Y para aquellos que digan
que es mentira, duele.
Duele, porque os regalé mi vida,
mis palabras, mis enfados, mis sonrisas,
porque acudí corriendo si lo sentía dentro,
que necesitabais de mi un hombro o un lamento.
Duele, porque más duele la ignorancia
que las palabras mal dichas,
que los gritos y las lágrimas,
que prefiero de un mal gesto o un insulto
a encontrarme muerta la esperanza.
Duele, y duele tanto que no se que sentir,
pues si lloro siento rabia,
y sino lloro angustia,
y aunque vea pasar las horas pensando,
soy fuerte para caminar erguida,
que mas da que sonría,
si mi corazón renuncia.
Duele, porque no hay soledad merecedora
de aquello que me toca esperar,
porque me canse de malgastar palabras,
de apuntar puñaladas con mis gritos,
buscando antes un maldito aprecio
que un intencionado descuido.
Duele, porque buscas y no encuentras,
porque el silencio te observa y te dice,
todo esto por lo que apenas, por lo
que sufres, ansias y luchas,
no malgastes mujer desdichada, tus fuerzas,
pues ellos no lo sentirán nunca.
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